jueves, 31 de diciembre de 2009

Mis primeras palabras

No sé con exactitud cual fué mi primera palabra, mi madre no lo recuerda, y yo a pesar de tener una memoria importante, tampoco. Lo que sí recuerdo con precisión es que con tres años hablaba como un adulto, mi vocabulario era extenso- aún no había leido una sola línea-, hasta tal punto que mi madre me enviaba a hacer las compras de la casa dibujadas en un pequeño papel que junto con el dinero tenía que proteger como a mi vida, aunque yo no sé si era muy consciente de esta situación. Tengo en mi memoria el agradable impacto de aprender a escribir con la mísma edad, guiada por los dedos alargados,blancos y suaves de mi maestra- que sobre sus rodillas me alzaba para que pudiera alcanzar el cuaderno de dos rayas que había sobre la mesa negra de madera-.
Las palabras han formado parte de mí desde muy pequeña. Había algunas que no solía pronunciar, por ejemplo, a mi madre no la llamé mamá hasta que fuí mayor, la llamaba por su nombre de pila, sin embargo a mi padre siempre le decía papá.
Mi padre me enseñó a amar los libros, su imágen se extiende elástica en mi memoria, era panadero, teníamos horarios diferentes, él trabajaba de noche ,dormia durante el día, y mi madre nos llevaba a verlo antes de salir para el colegio; mi padre leía antes de dormirse, siempre lo recuerdo con un libro entre las manos cuando nos besaba.
Con cuatro años me regalaron mi primer libro para Reyes, "Mujercitas" una edición ilustrada, libro que- cuando aprendí- leí y releí hasta que simplemente desapareció de mi vida, no recuerdo si roto o perdído, o sustraído.
 Había tiempos de silencio voluntarios, quiero decir, que algunas veces no hablaba para evitar que mis palabras impactaran sobre mí directamente, recuerdo esos silencios y la irritación que provocaban a mi alrrededor cuando todos sabían de mi desparpajo para expresarme. Pero yo sentía que debia guardar silencio porque esas mismas palabras que percutían en mi cabeza me sobrecargaban de una responsabilidad que no queria tener. Tengo una hermana acoplada -22 mese más pequeña- con la que tenía que cargar como si fuera mi propia hija, y ésta no pronunció una sola palabra hasta que no cumplió cinco años, así que yo me sentí obligada a hablar por las dos.
Con once años me arrastraron- de forma literal- a un internado, y fué en esos años dónde empecé a escribir mis primeros textos. Eran cuentos cargados de tristeza de los que me iba deshaciendo con la misma velocidad con que los escribía en las horas del estudio.
Siempre he tenido la necesidad de expresarme, creo que es una cualidad de mi caracter, a veces buena, y otras no tanto, pero hasta hoy no he podido desligarme de ésta costumbre, así que a veces camino entre las palabras como un espíritu extraviado .
Creo que hoy, último día del año, era importante  hacer éste balance, ya que la creación de un blog  que gira entorno a las palabras  me  obliga de alguna forma a dejar constancia de mi primera relación con elllas.
Nunca hasta ahora he escrito algo acerca de mis primeras palabras, tengo la sensación de haberlas aprendido todas de golpe, y no poco a poco - como todo el mundo-, aunque desconozco mi realidad frente a esta edad distante que siempre me acompaña.
 Mi novena intención será hacer del año que viene un año mejor, en todos los sentidos, o moriré en el intento.
Mis mejores deseos para todas aquellas personas que compartan conmigo éste espacio dedicado a la estrella de la comunicación; La palabra.

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