domingo, 17 de enero de 2010

El corazón en un puño



Hace tiempo, mucho, me aconsejó una persona- tras leer mis textos- que eliminara de ellos las palabras tallo, corazón y hoja, durante un año. He de reconocer que lo más dificil fue eliminar el corazón de las cosas porque ¿acaso se puede vivir sin él?, pues yo lo conseguí, aprendí el arte de las palabras sin corazón.
Últimamente me asalta la idea de escribir poemas sobre todo con esa silueta , -a modo de pequeña venganza- por todas esas veces que tuve que reprimirlo. Lo cierto es que ajustarse a una disciplina permite explorar otros recursos y adquirir cierta habilidad para esquivar palabras.
En ésta ocasión y después de intentar muchas veces sin éxito, escribir un poema en el que apareciera mi padre; no he tenido más remedio que pronunciar su nombre.


Soy la princesa huérfana de éste cuento,
nací en un lugar de la vida
a medio mundo de distancia.
Conozco las leyes que rigen su orden,
mi padre me enseñó- desde la palma de su mano-
el extremo movimiento para crear una curva,
el origen en la sucesión de las cosas.
Conozco su blanda materia
la noble firmeza de su oficio
su invisible humedad.
Hasta hoy no lo he comprendido.
Éste poema precisa disciplina,
toda la memoria, más palabras,
el corazón en un puño.



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