martes, 9 de febrero de 2010

El Portugués



Sentado en el rebate aún caliente por los últimos rayos de la tarde, el portugués saborea el plástico viciado de la pipa, le gusta torcer el gesto apoyándola entre los labios, y esperar que la noche caiga como una sentencia.
Hace ya tanto tiempo que llegó que apenas le queda memoria del pasado, eso, y tener que sobrevivir en el bando nacional de una guerra que le importaba un carajo. Quedó atrapado en éste pueblo cuando estalló la contienda y no se lo pensó ni un segundo; agarró un fusil máuser que le robó a un republicano muerto y disparó a destajo como un solitario camicace.
El portugués mide el tiempo de otra forma. Ahora es ahora, mañana ya veremos, antes ya no existe. Llegó desde su país huyendo de una condena. Él piensa que ya purgó sus pecados, todos. Nunca tuvo, después de la guerra, ninguna discusión con los paisanos. Ablandaba y cedía para ir de una cosa a otra sin poner nunca resistencia y se ganó el respeto de los hombres del pueblo y el corazón de las mujeres. Nadie sabía su nombre, y el especular sobre su vida alegraba las tardes en la taberna.
Al portugués le gustaba Rosa, le gustaba pensar que algún día viviría con ella, y se ocuparía de todo, y  ella soñaba que sería así; pero su padre no iba a permitir que esto ocurriera,”no estaba la miel hecha para la boca del asno”- pensaba- un forastero no se llevaría a su hija; así que se la llevó al cortijo, los días se le caían al almanaque y sus ojos no volvieron a encontrarse.
 Así fue como el portugués lo olvidó todo y se perdió. Caminó hasta la capital con todo el dinero que había guardado durante todos estos años, y cuando llegó, lo gastó todo en latas de pintura de colores, de todos. Se volvió al pueblo arrastrando una carretilla cochambrosa llena de colores enlatados.
A la mañana siguiente, como una broma del destino, aparecieron todas las casa del pueblo atestadas de flores pintadas en las paredes, en el suelo, en cada lugar donde había un hueco en blanco, ahora había flores de colores. Tal fue el desconcierto que se originó, que el alcalde lo mandó arrestar, pero no estaba muy seguro de que fuera un delito este asunto, mientras llegaban a por él seguía pintando sin parar puertas, ventanas, hasta las piedras  rezumaban color.

(Crónicas de postguerra)

1 comentario:

  1. Me quedo con dos detalles:

    La forma en que el Portugués mide el Tiempo (Ahora es ahora, mañana ya veremos, antes ya no existe) es el modo de una persona que vive al día, posiblemente porque ha conocido la Muerte muy de cerca y es consciente de ella.

    Y el regalo que le hace a Rosa me parece muy romántico... Flores infinitas a su paso. Eso no lo puede evitar su padre.

    Un Beso, Isabel.

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