lunes, 18 de octubre de 2010

Los sentimientos ocultos de Carlotte Brontë




Charlotte Brontë (1816-1855) fue una novelista inglesa. A comienzos de la década de los 40, tras el intento fallido de crear una escuela privada y rechazar la propuesta matrimonial del reverendo Henry Nussey, Charlotte y su hermana Emily viajaron a Bélgica para estudiar idiomas en el Pensionat Heger de Bruselas. Ahí Charlotte se enamoró de Constantin Heger, el propietario de la escuela. Por primera vez alguien ajeno a su entorno familiar se interesaba por sus escritos y sus inquietudes intelectuales. Eso despertó en Charlotte sentimientos ocultos que al hacerse evidentes distanciaron al profesor, un hombre casado que no albergaba más intención que la puramente académica. De este episodio nacería la primera novela de la 
escritora "The Professor".

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18 de noviembre de 1845

Señor:

Los seis meses de silencio han seguido su curso. Hoy es 18 de noviembre; mi última carta estaba fechada (creo) el 18 de mayo. Por eso puedo escribirle sin faltar a mi promesa.

El verano y el otoño se han hecho muy largos; a decir verdad, han sido necesarios dolorosos esfuerzos por mi parte para mantener hasta ahora la abnegación que me impuse a mí misma. Usted, señor, no puede concebir lo que significa; pero imagínese por un instante que uno de sus hijos fuera separado de usted, a 160 leguas, y que usted tuviera que estar seis meses sin escribirle, sin recibir noticias suyas, sin oír hablar de él, sin saber nada de su salud, y entonces entenderá fácilmente toda la severidad de una obligación así. Le digo francamente que he intentado olvidarle durante estos meses, porque el recuerdo de una persona a quien uno no cree que pueda volver a ver de nuevo y a quien, sin embargo, se tiene en gran estima, atormenta demasiado la mente; y cuando uno ha sufrido ese tipo de ansiedad durante un año o dos, está dispuesto a hacer cualquier cosa para reencontrar la paz. Yo lo he intentado todo; he buscado ocupaciones; me he negado a mí misma por completo el placer de hablar de usted, ni siquiera a Emily; pero no he sido capaz de superar ni mis pesares ni mi impaciencia. Lo cual, de hecho, es humillante: ser incapaz de controlar los propios pensamientos, ser esclava de un pesar, de un recuerdo, la esclava de una idea fija y dominante que gobierna despóticamente la mente. ¿Por qué no puedo recibir tanta amistad de usted, como usted de mí, mi más ni menos? Entonces estaría tranquila, tan libre que podría mantenerme en silencio durante diez años sin esfuerzo.

Volveré a escribirle el próximo mayo: sería mejor esperar un año, pero es imposible: demasiado tiempo.

(…) Adiós, mi querido Maestro, que Dios le proteja con sumo cuidado y le corone con bendiciones especiales.

(visto en "cartas de la historia")
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El desgarro de sus sentimientos queda latente en estas palabras que la escritora le dedica a su amor oculto.


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