jueves, 28 de marzo de 2013

Diario encendido


Hace tiempo que intento dar un giro en las publicaciones de éste blog. Nació como una declaración de intenciones que, poco a poco, se han diluido en textos apresurados que se distancian de su verdadera razón de ser. Yo escribo. Escribo para contar cosas, escribo para contarme cosas, y que este balance me ayude. Porque cuando he reflexionado sobre un poema, o un texto, aprendo de lo que he dicho o hecho.
Tenemos la falsa creencia- al menos yo así lo pienso- que al escribir llegaremos a crear un texto que a nosotros nos gustaría leer. Craso error, ya que la escritura es el ejercicio que produce más insatisfacción de todos los que puedas realizar. Doy fe. Describes algo, lo lees, lo rectificas, y cuando lo dejas porque ya no puedes hacer más por él, lo abandonas mucho peor que cuando comenzaste. Aún así vuelves a escribir por pura soberbia contra las palabras que te niegan. Más de tres veces, desde luego.
Aquí estoy, tecleando de forma arbitraria para justificar éste desasosiego. Hoy es uno de esos días en los que haces balance y no cuadran los números, hay más de una curvatura en la línea recta y a duras penas eres capaz de cerrar un círculo. Escritura, al fin.

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