sábado, 26 de octubre de 2013

Qué difícil la tarde



Mi padre es la sal y la tierra, artesano en las blancas artes, dormitaba con un cigarrillo entre los labios y un libro entre las manos, ese fue sin duda su viaje favorito, su destino soñado, el lugar donde podía estar a salvo su patria, su libro. 



Qué difícil la tarde

Honro a mi padre muerto
con luces que se apagan por sorpresa,
honro su imagen que languidece en las fotos
al calor de las velas que lo invocan.
Sé que proteges tu legado oculto
 mantienes vivo tu  blanco arte
cuando impones tu presencia
en esas comidas familiares
que vigilas desde detrás del cristal.
Sabemos cuál es tu lugar, ese
por el que peleábamos de niños
  y cedíamos ante tu presencia.
Cuanto duele ver cómo mi hijo
 arropa la ausencia con su débil cuerpo
y su altiva juventud.
Qué difícil la tarde, papá,

cuando pronuncio tu nombre.

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