sábado, 18 de noviembre de 2017

Juego en la escombrera
mientras mi abuela dormita
en la habitación de al lado.
El derrumbe huele a pan caliente.
Mi frágil cabello agitado,
las manos sucias, el ombligo al aire.
El gesto cotidiano de crear muros
torres y ventanas abiertas
se desploma justo al anochecer,
cuando ella grita mi nombre
Isabel, vuelve;
pero nunca viene a buscarme.
Una voz secreta suena
y en el umbral de la casa vacía,
está mi madre.

(Madre, 2017)

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